martes, 8 de diciembre de 2020

Aburrido de repetir?

Una mañana más. Me había levantado como de costumbre... tarde.

A pesar de no tener la obligación de ir a la oficina, vestirme, ni arreglarme; había perdido toda la puntualidad de la que me jactaba. El ruido de la ducha, cuando mi hermano y su esposa entraban a bañarse, era lo que me anunciaba que ya era hora de levantarse, pero consideraba que podría dormir 5 minutos más... de mas, y luego arrastrar mis vagos pies fuera de la cama.

La monotonía se había apoderado de nosotros; Ellos se levantaban primero, se adueñaban de la ducha y preparaban el desayuno. Yo hacía el ademán de hacer algo de ejercicio mientras tanto, y para cuando me había duchado y me sentaba al mesón, ellos ya estaban trabajando.

Junto con sus computadores se han acomodado en la mesa del comedor, de tal manera que  solo veo la espalda de mi hermano y ligeramente la cabeza de su esposa. Para ellos, casi soy un mueble que come, lava platos y se encierra a ser un mueble en la habitación. La mayor parte del día teletrabajo, veo videos, compongo algo, dibujo, escribo, juego, veo porno, etc... la cosa es que evito salir de mi habitación, excepto para comer o usar el baño.

Llevamos tanto encerrados repitiendo esta rutina, que creo que no molesta a nadie. Pero siento que vivo con extraños. Y la verdad creo que lo son, digo... No escuchan música mientras trabajan?, se repiten la misma serie una y otra vez?, y nunca tengo nada de que hablar con ellos en las comidas... (bueno eso último creo que es más mi culpa por estudiar carreras "artísticas" en una familia de petroleros). En resumen todo iba bien. ¿Hasta que la nación del fuego atacó?

Ya llevaba varias semanas con insomnio, o pesadillas que me despertaban en las madrugadas. No, no a las 3am como sería la costumbre de lo paranormal. Creí que me volvería inmune al encanto de dichas pesadillas, pero cada vez me despertaban con mas molestia, en lugar de temor. Parecía que mi cerebro se esforzaba por volverlas cada vez más y más reales, como si me quisiera aplicar coherencia en lo absurdo para generar "realismo".

Siento que mi mente me sabotea y que no hago nada al respecto. Es más sencillo dejarme llevar de la repetición y la "nueva cotidianidad", antes que aceptar que: Puede que el estrés del encierro me esté afectando. O la humedad de las paredes?. Leí que el moho puede producir demencia. Pero que se yo de ciencia, si esa información la saqué del internet. Estoy harto de tratar de interpretar lo que mi mente me trata de decir. ¿Qué le cuesta traducir todo lo subconsciente al consciente?, me cuestiono al terminar mi enésimo y rutinario día en pandemia, y tirarme a dormir... si a eso se le puede llamar dormir.

 

La mañana siguiente se siente igual, o tal vez no. Había algo distinto... sentía algo diferente mientras me duchaba, una sensación familiar. El temblor tan común de mi mano izquierda, se había salido de control y como era de esperarse de mi, fingí que no pasaba nada, mientra me agarraba con la otra mano para que detener el temblor.

Al salir de la ducha en toalla, volteé la mirada hacia el comedor. Mi hermano y cuñada trabajaban como siempre, solo que en el mesón no estaba servido el desayuno. Volví en dirección a hi habitación, y los ignoré, puesto que ha pasado antes, que solo se levantan y no desayunan. Pero al dar el paso que me permite entrar al cuarto, esa sensación vuelve a mi con tal fuerza, que me detiene en seco.

Ambas manos temblaban, mis pies se paralizan... Ya recuerdo esta sensación. La recuerdo de cuando era niño y me quedaba solo en casa, de cuando mis primos me hacían bromas, fingiendo que eran ladrones intentando entrar, o cuando por mi acrofobia me petrificaba en el borde de un balcón muy elevado. Pero no estoy al borde de un balcón, no hay ladrones en la casa... en su lugar tengo la certeza, la seguridad... de no saber cómo llegué a la ducha, de no recordar en qué momento me levanté. No recuerdo el molesto ruido de la tubería cuando mi hermano y mi cuñada se bañaban, no recuerdo haber arrastrado los pies con pereza fuera de mi cama, y no recuerdo haberme duchado sin música hace años.

No se exáctamente qué, me lleva a suponer que no debo volver a mi habitación. Tal vez el hecho de que mis piernas me advierten que si doy un paso más, me desplomaré. Así que sin avanzar y por mi maldito morbo, abro la puerta de mi cuarto para verificar de qué se trata este pavor sin sentido. 

Mi mano ha pasado de temblar sin control, a tener ligeros "tics", a medida que la puerta se abre lentamente.

 

 

No recuerdo cuándo fue la última vez que me aguanté las ganas de llorar, por el terror a lo desconocido... porque siempre pasaba de la desesperación a la ira. Pero la poca musculatura que tengo en mi delgado cuerpo, parecía no querer sostenerme más, los huesos de mis piernas parecían querer arrancarse, correr y abandonar lo que queda de mi cuerpo atrás. Todo al mismo tiempo, todo al descubrir que en la silla frente a mi escritorio, estaba sentado yo.

La misma ropa, la misma piel, los mismos tatuajes. Estoy seguro que era yo... una versión que parecía no tener un propósito el día de hoy, pues solo estaba sentado en dirección a ningún lado. ¿Debía preguntarme si era la falta de un rosotro lo que le llevaba a no entender cómo existir?. O debía obligarme a actuar, llorar, correr, gritar o algo más productivo que observar estático a ese ser.

Y nada hubiera sido posible, de no ser por el agudo grito de mi cuñada, que me sacó de mi estado catatónico, obedeciendo al tan olvidado instinto de supervivencia, que me obligó a correr al comedor. Mi hermano, con toalla en mano se había parado frente a su aterrada esposa para protegerla.  Ambos parecían recien levantados... Pero en sus lugares de trabajo, estaban... ellos, sus versiones sin rostro, estáticos, como maniquies que fingían respirar.

Sin pensarlo dos veces salí corriendo de la casa mientras mi hermano y cuñada me secundaban en la huída. Podía escucharlos respirar agitadamente detrás de mi por la prisa, podía escuchar sus torpes pasos en pantuflas y chancletas, podía... hasta que solo dejé de escucharlos. Cosa que me obligó a convertir mi carrera en trote y terminar detenerme lentamente.

Todo ya era demasiado raro, como para sentir que el viento se había cesado también. Y sabía que debía voltear, no por imprudencia o curiosidad, sino porque me había rendido, en tratar de explicar lo que estaba sucediendo.

Está de mas relatar que ellos no estaban, que no había nadie en el patio junto a mi, y seguramente no había nadie en muchos kilómetros a la redonda, que no había ruido de los pájaros, que no se escuchaba ningún auto, camión o maquinaria a la distancia. Debería arrodillarme y rogar por una respuesta coherente a algún dios... pero en su lugar, miré al horizonte, para percatarme de las luces, cientos de luces que se extendían a lo largo de todo el cielo.


corredor_!!!